Sueña un sueño despacito, entre mi manos, hasta que por la ventana suba el sol.

Capítulo VII- El Principito

No se debe nunca escuchar a las flores. Sólo se las debe contemplar y oler. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello.

martes, 4 de septiembre de 2012

En Septiembre.

Sus ojos de algodón, y su cabello enredado, siempre me gustaron. Tiene una mirada dulce, en la que me pierdo y no me encuentro de nuevo. Me gusta cuando me observa, y también me gusta observarlo. Sus ojos cerrados, mientras duerme, me dejan atónita. Me gusta llevar mis manos por toda su cara, marcando cada una de sus facciones: sus gruesas cejas, sus largas pestañas, su boca suave. Sólo puedo sonreír al verlo, y recordarme todas las razones por las cuales estoy a su lado, acariciando su piel, y viendo su tranquilidad. Es muy distinta a la mía, yo la perdí, no sé dónde la dejé. Pero me la devuelve, poco a poco, me la devuelve.

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