martes, 4 de septiembre de 2012
En Septiembre.
Sus ojos de algodón, y su cabello enredado, siempre me gustaron.
Tiene una mirada dulce, en la que me pierdo y no me encuentro de nuevo. Me gusta cuando me observa, y también me gusta observarlo. Sus ojos cerrados, mientras duerme, me dejan atónita. Me gusta llevar mis manos por toda su cara, marcando cada una de sus facciones: sus gruesas cejas, sus largas pestañas, su boca suave. Sólo puedo sonreír al verlo, y recordarme todas las razones por las cuales estoy a su lado, acariciando su piel, y viendo su tranquilidad. Es muy distinta a la mía, yo la perdí, no sé dónde la dejé. Pero me la devuelve, poco a poco, me la devuelve.
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