
"Se enlazaban los árboles, las remeras y las sombras. Dos árboles gigantes sostenían una soga fina y resistente. Por un momento dudé que tuviera fuerza para soportar el peso de los cuerpos.
Cuando colgaron la primer remera blanca, temblé. Estaba sostenida con broches de madera y dejaba entrever la cabeza que no estaba, la rasgadura del corazón sangrante.
Valeria y Myriam fueron colgando las demás remeras hasta llenar la soga. Árboles, alrededor nuestro, se preparaban para sostener las siguientes remeras.
Se completó la primera soga. Diez remeras de distinto tamaño. Diez cuerpos que no estaban. Diez corazones con la sangre seca y familiares y amigos llorando sus muertes.
El tercer árbol esperaba con los brazos abiertos. Colgaron la segunda soga y muchas otras remeras blancas. Última soga. Última remera. La mas pequeña. La remera de un niño. Levanté la mirada, las vi todas.
A las ochenta y cinco personas que no estaban"
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