Sueña un sueño despacito, entre mi manos, hasta que por la ventana suba el sol.

Capítulo VII- El Principito

No se debe nunca escuchar a las flores. Sólo se las debe contemplar y oler. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme de ello.

miércoles, 25 de mayo de 2011

A.

Poco a poco comienzo a conocer el amor. Me adentro en algo que no conozco. Tengo que librarme de mis miedos para disfrutar, disfrutarte, así tanto como es necesario.
Envuelta en tus brazos, envuelta en tus piernas, no necesito más. No palabras, no gestos, sólo enredarnos juntos, esta vez un rato más, por favor. No te desprendas de mí que yo no quiero hacerlo tampoco. Necesito tu amor, que me des tu amor. Dame tus miedos, dame tu locura, dame. Rocemos nuestros labios una vez más, seamos uno, no tengamos límites ni nada que nos impida ser nada.
Necesitamos encontrarnos y arriesgarnos, ahora a vos te necesito y a vos te quiero. Pero, mi amor, el aire es necesario.

miércoles, 18 de mayo de 2011

miércoles, 4 de mayo de 2011

Y


En ese momento en que nuestras manos, frías y sudorosas, se rozaban sólo podía escuchar el susurro de nuestros corazones al compás de la respiración de nuestras narices, que cada vez eran más y más intensas, y cada tanto alguien respiraba profundamente, tocía, se movía y volvía todo a la normalidad, esa normalidad, hasta que otro alguien interrumpía para decir algo, de poca importancia seguramente, y finalmente salir de ese encierro.
Nos soltamos, algo nerviosos, y salimos sin decirnos nada, como si todo hubiese sido un sueño, algo corto pero un sueño al fin.
Pasó un rato y nuestros ojos se encargaban de cruzarse, algo vergonzosos quizás, y siempre nos las arreglábamos para estar juntos, para seguir jugando juntos, ya que era todo lo que hacíamos. Ambos nos sabíamos, y nos sabemos, pero tememos.