martes, 4 de septiembre de 2012
En Septiembre.
Sus ojos de algodón, y su cabello enredado, siempre me gustaron.
Tiene una mirada dulce, en la que me pierdo y no me encuentro de nuevo. Me gusta cuando me observa, y también me gusta observarlo. Sus ojos cerrados, mientras duerme, me dejan atónita. Me gusta llevar mis manos por toda su cara, marcando cada una de sus facciones: sus gruesas cejas, sus largas pestañas, su boca suave. Sólo puedo sonreír al verlo, y recordarme todas las razones por las cuales estoy a su lado, acariciando su piel, y viendo su tranquilidad. Es muy distinta a la mía, yo la perdí, no sé dónde la dejé. Pero me la devuelve, poco a poco, me la devuelve.
lunes, 20 de agosto de 2012
táctica y estrategia- Benedetti
Mi táctica es
mirarte
aprender como sos
quererte como sos
mi táctica es
hablarte
y escucharte
construir con palabras
un puente indestructible
mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos
mi táctica es
ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos
simulacros
para que entre los dos
no haya telón
ni abismos
mi estrategia es
en cambio
más profunda y más
simple
mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites.
miércoles, 4 de julio de 2012
Tiempo de ca tar sis
Será que de vez en cuando, está bueno sentarse a pensar, a llorar. Hasta que llegamos a un punto irreversible, o quizás reversible también, aunque a veces aparente no serlo.
Hoy no era su día de suerte, ni ayer ni el sábado, ni la semana pasada. Hacía bastante tiempo que no era su día de suerte. Ni siquiera se acercaba a serlo.
Solía sentarse en su ventana y observar cómo pasaba el tiempo, o recostarse en su bañera, ya que éste, por sobre cualquier otro lugar, era el mejor para pensar y llorar. Odiaba sentirse una imbécil, una estúpida, que le tomaban el pelo, pero también odiaba creer que lo hacían, sin motivo alguno, aunque a veces los tuviera.
Entendía cada palabra de la que le decían, su cabeza podía razonar que eran todas ciertas, y no tenía porqué creer lo contrario. Una noche estuvo feliz, se durmió tranquila, respirando pausadamente, como era debido. A la noche siguiente le temblaban todos los músculos, y no podía parar de pensar. Todo era negativo, su cabeza estaba estallando, y aunque intentara dormirse, no lo conseguía.
Llegó a sentir una molestia en su garganta, que más tarde descubrió que era una suerte de bola, con un llanto por dentro, difícil de quitar de una sola vez. Entonces pasó, y pasó, y pasó.
Sus ojos quedaron chiquititos chiquititos, que casi no podía ni ver, y por más de que digan lo que digan, esa tristeza seguía, aunque a veces se achicaba un poco.
No le gustaba sentirse así, ¿a quién le gusta eso? Entonces, también escribía, a ver si eso hacía que el dolor se calme, y se bañaba, y lloraba, pero no se tranquilizaba.
Es que lo amaba tanto, pero tanto, que le molestaba ponerse así, porque de esa manera sentía que lo podía perder, aunque esa era una posibilidad, también. Muchas veces prefirió callar ciertas cosas, por miedo a alejarse de él, entonces se las guardó, pero en un momento no podía más, su corazón la obligaba a hablar. ¿Cuánto tiempo más podría guardarse tantos sentimientos ahí dentro? No por mucho más...
Pero lo que era más seguro que nada, era el amor que sentía. Sí, a veces estaba medio loca, es que el amor la pone así, pero lo que en él encuentra, nunca lo encontró en nadie más.
Y se termina acá, porque se va a bañar, y a pensar, y a llorar!
viernes, 13 de abril de 2012
Silvio

Te amaré, te amaré como al mundo
Te amaré aunque tenga final
Te amaré, te amaré en lo profundo
Te amaré como tengo que amar.
Te amaré, te amaré como pueda
Te amaré aunque no sea la paz
Te amaré, te amaré lo que queda
Te amaré cuando acabe de amar
Te amaré, te amaré si estoy muerto
Te amaré al día siguiente además
Te amaré, Te amaré como siento
Te amaré con adiós, con jamás.
Te amaré, Te amaré junto al viento
Te amaré como único sé
Te amaré hasta el fin de los tiempos
Te amaré y después te amaré
jueves, 12 de abril de 2012
Hay días que empiezan tristes, y a lo largo del día mejoran
Hay días que empiezan tristes, y no mejoran.
A veces le pasaba, que sentía un agujero muy profundo en su pecho, como si alguien hubiese atravesado su mano en su cuerpo. Era un dolor horrible, ella decía que era el peor que podía sentir una persona. Le quitaba las ganas de cualquier cosa, tan sólo quería recostarse y pensar en nada. Ni siquiera quería ver a sus amigos, hacía un tiempo ya, que se sentía así, y ella sabía que no estaba bien, y eso le molestaba aún más.
A veces tapaba con una manta a su pecho agujereado para que nadie lo notara, aunque bueno, al fin y al cabo, es tan sólo una manta, que cualquiera que se asome de cerquita, podría notar que su cuerpo no era el mismo de siempre, aunque a veces la gente prefería no mirar eso, y seguir para adelante.
Ella tampoco entendía muy bien, hasta creía que era parte de ella ese agujero. Llegó a pensar que hasta disfrutaba tenerlo, porque ya habían vivido muchas cosas juntos, y él era el único que no la abandonaba. También, cuando pensaba en eso, notaba que estaba algo desequilibrada, como para pensar que ese agujero era parte de su vida porque siempre estaba con ella. ¿A quién podría ocurrírsele una cosa así?
Desconfiaba hasta de su sombra, ya era enfermizo. Y ella sabía que estaba enfermando, y lo confirmaba a cada instante.
Pero ojo: ella decía que no había que asustarse de nada, que ella vivía su vida así, y bueno, tenía momentos en los que estaba feliz, en el auge de su felicidad, y momentos en los que no, dónde la pasaba bastante mal.
También había notado, que la noche era algo triste para ella, no sabía muy bien por qué, así como también la deprimían los domingos, y los días nublados.
Pero está enamorada, y eso hace que el agujero se achique..
Hay días que empiezan tristes, y no mejoran.
A veces le pasaba, que sentía un agujero muy profundo en su pecho, como si alguien hubiese atravesado su mano en su cuerpo. Era un dolor horrible, ella decía que era el peor que podía sentir una persona. Le quitaba las ganas de cualquier cosa, tan sólo quería recostarse y pensar en nada. Ni siquiera quería ver a sus amigos, hacía un tiempo ya, que se sentía así, y ella sabía que no estaba bien, y eso le molestaba aún más.
A veces tapaba con una manta a su pecho agujereado para que nadie lo notara, aunque bueno, al fin y al cabo, es tan sólo una manta, que cualquiera que se asome de cerquita, podría notar que su cuerpo no era el mismo de siempre, aunque a veces la gente prefería no mirar eso, y seguir para adelante.
Ella tampoco entendía muy bien, hasta creía que era parte de ella ese agujero. Llegó a pensar que hasta disfrutaba tenerlo, porque ya habían vivido muchas cosas juntos, y él era el único que no la abandonaba. También, cuando pensaba en eso, notaba que estaba algo desequilibrada, como para pensar que ese agujero era parte de su vida porque siempre estaba con ella. ¿A quién podría ocurrírsele una cosa así?
Desconfiaba hasta de su sombra, ya era enfermizo. Y ella sabía que estaba enfermando, y lo confirmaba a cada instante.
Pero ojo: ella decía que no había que asustarse de nada, que ella vivía su vida así, y bueno, tenía momentos en los que estaba feliz, en el auge de su felicidad, y momentos en los que no, dónde la pasaba bastante mal.
También había notado, que la noche era algo triste para ella, no sabía muy bien por qué, así como también la deprimían los domingos, y los días nublados.
Pero está enamorada, y eso hace que el agujero se achique..
martes, 13 de marzo de 2012
miércoles, 7 de marzo de 2012
Instrucciones para llorar

Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente. Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca. Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
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